jueves, 7 de agosto de 2008

Víctimas del consumo

Maniquíes en el centro comercial que prefieren no mirar a cámara 





Qué curiosa es la vida del maniquí. Puedes pasar de la gloria al olvido en sólo unos segundos. Te desvisten casi tan rápido como te ponen ropas de grandes diseñadores. Se olvidan de ti, en el suelo, con lo frío que está en invierno y te descuartizan sin escrúpulos, haciendo imposible la huida.
Nos mueven en carritos de la compra y hay días en los que se olvidan de que, en el fondo, también somos como ellos. Pequeñas e insignificantes víctimas del consumo.




El haikú de hoy:




Hoy todo huele a canela.


Aunque el viento


me robe lo que pueda.


1 comentario:

Nagore dijo...

Muy bueno.
la verdad es que quizá hay más semejanzas de las que creemos...

Alter besos