La ventanas siempre son los marcos de la vida. Cuando miramos desde una ventana, siempre nos queda la sensación de que nadie nos ve- aunque no sea realmente así-.
Si dejamos la distancia necesaria entre la ventana y nuestra mirada, es posible que nunca seamos descubiertos. Y si además, nuestros ojos disponen de una óptica Leica 1:2.8-5.0/5.8-17.4 ASPH, éste es el resultado.
Lo más prosaico se convierte en poesía si se mira a través de una ventana -y cuando nadie nos ve. Las formas se despersonalizan y se convierten en esculturas para quien las quiera ver.
Un haikú para quien lo quiera:
Su ropa
ni tendida
olvida su cuerpo
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